martes, 20 de marzo de 2012

Los libros voladores de Mr. Morris Lessmore


http://www.youtube.com/watch?v=Adzywe9xeIU

Un viaje a través de la magia de la lectura en el que las historias atesoradas en los libros pintan un mundo de colores.


Ni una sola palabra. Menos palabras que las de El Artista, la laureada cinta muda ganadora del Oscar a mejor película, tiene esta joya del cortometraje animado que este año también se llevó la estatuilla dorada de la academia.

Los fantásticos libros voladores del señor Morris Lessmore cuenta la historia de un mundo fantástico en el que las hojas empastadas cobran vida, se comunican con los hombres de carne y hueso y los transforman. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Morris Lessmore es un hombre tranquilo que vive en New Orleans. Después de los vientos furiosos del huracán Katrina que destruyen su hogar, Lessmore es testigo de un episodio revelador: acompañada de libros que aletean como pájaros va una mujer por el cielo pintando todo de colores a su paso.

De acuerdo a sus productores, el filme está inspirado en "el huracán Katrina, Buster Keaton, El mago de Oz, y el amor por los libros".

A cargo de la producción estuvieron Brandon Oldenburg y el ilustrador William Joyce , quien trabajara con Pixar en revolucionarios proyectos de la animación como Toy Story y Bichos. Actualmente, el también productor de Robots se encuentra codirigiendo un filme animado de Dreamworks titulado Rise of the guardians.

Los fantásticos libros voladores de Morris Lessmore bien puede leerse como un homenaje al oficio del bibliotecario, una reivindicación de la lectura, del libro de lomo y papel en tiempos de cambios revolucionarios .

Paradójicamente, la obra se vale de esos mismos medios que algunos señalan como la amenaza contra la sobrevivencia de la industria editorial del papel, pues basta solo una búsqueda en Youtube para acercarse al gentil señor Lessmore.


viernes, 16 de marzo de 2012

CASO GASPAR


El próximo 24 de marzo se cumplirá un nuevo aniversario del golpe de estado de 1976. Ese día, es recordado como el “Día de la Memoria, por la Verdad y la Justicia”. El "Caso Gaspar", de Elsa Bornemann, fue uno de los tantos libros de cuentos censurado por la dictadura.



Caso Gaspar

(Elsa Bornemann)

Aburrido de recorrer la ciudad con su valija a cuestas para vender —por lo menos— doce manteles diarios, harto de gastar suelas, cansado de usar los pies, Gaspar decidió caminar sobre las manos. Desde ese momento, todos los feriados del mes se los pasó encerrado en el altillo de su casa, practicando posturas frente al espejo. Al principio, le costó bastante esfuerzo mantenerse en equilibrio con las piernas para arriba, pero al cabo de reiteradas pruebas el buen muchacho logró marchar del revés con asombrosa habilidad. Una vez conseguido esto, dedicó todo su empeño para desplazarse sosteniendo la valija con cualquiera de sus pies descalzos. Pronto pudo hacerlo y su destreza lo alentó.

—¡Desde hoy, basta de zapatos! ¡Saldré a vender mis manteles caminando sobre las manos! —exclamó Gaspar una mañana, mientras desayunaba. Y —dicho y hecho— se dispuso a iniciar esa jornada de trabajo andando sobre las manos.

Su vecina barría la vereda cuando lo vio salir. Gaspar la saludó al pasar, quitándose caballerosamente la galera: —Buenos días, doña Ramona. ¿Qué tal los canarios?

Pero como la señora permaneció boquiabierta, el muchacho volvió a colocarse la galera y dobló la esquina. Para no fatigarse, colgaba un rato de su pie izquierdo y otro del derecho la valija con los manteles, mientras hacía complicadas contorsiones a fin de alcanzar los timbres de las casas sin ponerse de pie.

Lamentablemente, a pesar de su entusiasmo, esa mañana no vendió ni siquiera un mantel. ¡Ninguna persona confiaba en ese vendedor domiciliario que se presentaba caminando sobre las manos!

—Me rechazan porque soy el primero que se atreve a cambiar la costumbre de marchar sobre las piernas... Si supieran qué distinto se ve el mundo de esta manera, me imitarían...Pacienci

a... Ya impondré la moda de caminar sobre las manos... —pensó Gaspar, y se aprestó a cruzar una amplia avenida.

Nunca lo hubiera hecho: ya era el mediodía... los autos circulaban casi pegados unos contra otros. Cientos de personas transitaban apuradas de aquí para allá.

—¡Cuidado! ¡Un loco suelto! —gritaron a coro al ver a Gaspar. El muchacho las escuchó divertido y siguió atravesando la avenida sobre sus manos, lo más campante.

—¿Loco yo? Bah, opiniones...

Pero la gente se aglomeró de inmediato a su alrededor y los vehículos lo aturdieron con sus bocinazos, tratando de deshacer el atascamiento que había provocado con su singular manera de caminar. En un instante, tres vigilantes lo rodearon.

—Está detenido —aseguró uno de ellos, tomándolo de las rodillas, mientras los otros dos se comunicaban por radioteléfono con el Departamento Central de Policía. ¡Pobre Gaspar! Un camión celular lo condujo a la comisaría más próxima, y allí fue interrogado por innumerables policías:

—¿Por qué camina con las manos? ¡Es muy sospechoso! ¿Qué oculta en esos guantes? ¡Confiese! ¡Hable!

Ese día, los ladrones de la ciudad asaltaron los bancos con absoluta tranquilidad: toda la policía estaba ocupadísima con el "Caso Gaspar—sujeto sospechoso que marcha sobre las manos".

A pesar de que no sabía qué hacer para salir de esa difícil situación, el muchacho mantenía la calma y —¡sorprendente!— continuaba haciendo equilibrio sobre sus manos ante la furiosa mirada de tantos vigilantes. Finalmente se le ocurrió preguntar:

—¿Está prohibido caminar sobre las manos?

El jefe de policía tragó saliva y le repitió la pregunta al comisario número 1, el comisario número 1 se la transmitió al número 2, el número 2 al número 3, el número 3 al número 4... En un momento, todo el Departamento Central de Policía se preguntaba: ¿EST«á PROHIBIDO CAMINAR SOBRE LAS MANOS? Y por más que buscaron en pilas de libros durante varias horas, esa prohibición no apareció. No, señor. ¡No existía ninguna ley que prohibiera marchar sobre las manos ni tampoco otra que obligara a usar exclusivamente los pies!

Así fue como Gaspar recobró la libertad de hacer lo que se le antojara, siempre que no molestara a los demás con su conducta. Radiante, volvió a salir a la calle andando sobre las manos. Y por la calle debe encontrarse en este momento, con sus guantes, su galera y su valija, ofreciendo manteles a domicilio... ¡Y caminando sobre las manos!